El IVA soportado, también denominado “IVA deducible”, se refiere al porcentaje del Impuesto al Valor Agregado (IVA) que un empresario o autónomo abona al adquirir productos o servicios utilizados en el desarrollo de su actividad económica. En términos simples, este impuesto representa el IVA que una empresa asume al comprar insumos, bienes o servicios necesarios para su funcionamiento.
Este impuesto se paga cuando los empresarios adquieren productos o contratan servicios para ofrecerlos a los consumidores finales. Aparece reflejado en las facturas emitidas por sus proveedores y, por lo general, tiene una tasa del 21%, aunque en ciertos casos puede ser reducido al 10% o al 4%, conocido como IVA superreducido.
Para que el IVA soportado sea deducible, debe cumplir ciertas condiciones, como estar directamente vinculado a la actividad económica, estar justificado y ser contabilizado y comprobado. Ejemplos de gastos deducibles incluyen la compra de materiales, el alquiler de locales comerciales, gastos de desplazamiento por motivos laborales, dietas, entre otros.
No todos los gastos son considerados deducibles. Aquellos que no cumplen con las condiciones mencionadas, como los que carecen de relación directa con el negocio o no pueden ser justificados, no serán considerados deducibles.
Es crucial diferenciar el IVA soportado del IVA repercutido. Mientras que el IVA soportado corresponde al impuesto que el empresario paga al adquirir bienes o servicios, el IVA repercutido es el impuesto que el empresario cobra a sus clientes por los productos o servicios vendidos. En resumen, el IVA soportado representa el IVA pagado como cliente, mientras que el IVA repercutido es el IVA cobrado a los clientes.