Los ingresos tributarios abarcan todos los ingresos que el Estado percibe a través de tributos, es decir, impuestos, tasas, contribuciones especiales y otros pagos obligatorios realizados por ciudadanos y empresas. Estos ingresos son esenciales para financiar las operaciones del sector público, sostener el funcionamiento gubernamental y respaldar servicios públicos, infraestructuras y programas gubernamentales.
En contraste, los ingresos no tributarios se generan sin provenir directamente de tributos. Estos se originan de otras fuentes, como tasas por servicios públicos, ventas de activos, multas, sanciones, ingresos por inversiones o préstamos. Aportan al financiamiento de operaciones gubernamentales y pueden variar ampliamente según políticas y actividades específicas del gobierno.
En resumen, la distinción principal entre ingresos tributarios e ingresos no tributarios radica en su origen. Los ingresos tributarios se derivan de impuestos y pagos obligatorios, mientras que los ingresos no tributarios provienen de diversas fuentes de ingresos adicionales, independientes de los tributos. Ambos tipos de ingresos cumplen un papel crucial en el respaldo financiero del sector público y en la prestación de servicios gubernamentales.