La Base Imponible del Ahorro engloba los rendimientos del capital mobiliario, así como las ganancias y pérdidas patrimoniales derivadas de la transmisión de elementos patrimoniales. En su cálculo, los rendimientos del capital mobiliario positivos se integran en esta base imponible. En caso de ser negativos, pueden compensarse hasta un 25% con el saldo positivo del segundo elemento. Si persiste una compensación negativa, puede extenderse hasta los próximos 4 años. Este mismo proceso se aplica a las ganancias y pérdidas patrimoniales, tanto positivas como negativas.
Es crucial distinguir entre la Base Imponible del Ahorro y la Base Imponible General. La última incluye las rentas del trabajo y otras actividades económicas, así como los rendimientos de capital mobiliario y las ganancias y pérdidas patrimoniales que no involucran la transmisión de elementos patrimoniales. Se suman estos componentes y se les aplica un porcentaje de acuerdo a la escala progresiva para determinar la Base Imponible General.
En la Base Imponible del Ahorro se consideran intereses de cuentas corrientes, dividendos de acciones, resultados de fondos de inversión y ganancias por la venta de acciones. Los planes de pensiones, aunque son formas de inversión o ahorro, no se incluyen aquí; se clasifican como rentas del trabajo y se incorporan a la Base Imponible General.
Veamos un ejemplo para calcular la Base Imponible del Ahorro: Pedro vende una casa por 250,000€, habiéndola adquirido por 100,000€. El cálculo de la Base Imponible del Ahorro será: 250,000 – 100,000 = 150,000€, siempre que no haya otras transmisiones de elementos patrimoniales.
Los impuestos aplicados a la Base Imponible del Ahorro varían entre el 19% y el 26%, siendo más bajos dentro del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). En contraste, los impuestos para la Base Imponible General oscilan entre el 19% y el 47%.